Sueño Tonight.

Por alguna razón me encontraba en el quinto pino, no tenía muy claro como había llegado allí, la cosa es que se declaró de suma importancia que había que trasladarse a otro pueblo en coche, un pueblo relativamente cercano, he de comentar que soy bastante reacia a ir montándome por ahí en los coches de los demás, no es solo porque ya dependes del conductor en sí, para que te vuelva a dejar en el punto de origen, es que ya es él el que pone la hora en la que se digna a traerte. Digamos que desde mi punto de vista dejar que te lleven es lo más contrario a independencia que conozco.

La “conductora” en este caso era una prima mía, a la que ya puedo considerar casi de diferente generación a la mía, pero con la edad que gasto últimamente, ella ya tiene todo el derecho del mundo a tener carné de conducir.

Era por la mañana temprano, y ella nunca ha sido muy amiga del sol matinal, vino con los ojos hinchados y unas gafas oscuras como la de los famosillos, casi sin peinar y con un pijama-chandal raro, raro. Decía que la noche anterior se había acostado tarde.

Nos montamos en el coche, una especie de escarabajo, bajito, y de difícil acceso, ella se veía cómoda allí. Yo me sorprendí pensando que normalmente cuando alguien coge un coche en circunstancias no muy recomendadas, es a él al que no le pasa nada, por eso de que sufra su mala decisión por los siglos de los siglos… Tenía todas las papeletas para que me tocara.

Me miró y dijo que tenía mucha prisa, que había quedado en una hora al vermut que era lo mejor para la resaca, que regulaba el pH y que te dejaba como nueva, así que esperaba que volviéramos enseguida.

De repente estábamos en una gran montaña, con nieve por los dos lados, ella giraba el volante de izquierda a derecha y pisaba los pedales compulsivamente, para no salirse de aquel laberinto, juraría que hacía un aire fortísimo, y yo me abrazaba al bolso, en un vano intento de poner cara de calma. Ella mientras hablaba del chico que le gustaba, y que no le hacía ni caso, yo no era capaz de entender como en una situación así ella no era capaz de centrarse solo en la carretera, se empeñaba en contarme la historia de la noche anterior y continuamente me pedía mi opinión mirándome a los ojos, como extrañada de mi expresión, segura de que mis gestos correspondían a que no le veía posibilidades con el chico, en vez de pensar que estaba más asustada de lo que lo había estado en toda mi vida.

Creo que en ese momento empecé a pensar en mi madre, triste, triste cuando le dieran la noticia, en mi hermana, en mi padre, en ParejaEstable… vamos, que ya me veía estrellada por ahí, intenté meter la mano en el bolso, para mantener cogido el móvil, si después del tortazo me quedaba algo de vida tal vez pudiera pedir ayuda.

Entonces mi prima dijo “¡Mierda!” Entre la espesa niebla y esa carretera tan estrecha no nos dimos cuenta de que venía otro coche en sentido contrario, no le dio tiempo a reaccionar, a mi derecha, solo había un gran abismo… Lo siguiente que noté fue la caída, la sensación de caer al vacío.

Saludos,
YoMisma