Traición

Notas como la cabeza te está a punto de estallar, notas las palpitaciones, las punzadas, notas como te escuecen los ojos, al menos ahora puedes respirar, así que te aferras a eso, supones que poco a poco todo tu cuerpo se está sobreponiendo al impacto.

Te concentras en tu respiración, tienes que centrarte solamente en eso, o te volverás a precipitar al vacío, sólo la respiración.

Es un trabajo enorme, no pensar en nada, sólo respirar, dejar que primero el cuerpo se adapte al impacto y al dolor, para que cuando este físicamente repuesto sea capaz de mantenerse para poder analizar, pensar en lo sucedido.

Pero ahora no, inspiras, expiras, inspiras, vuelves a expirar, en algunos instantes crees que estás recuperándote y tomas la decisión equivocada de intentar entender, porqué se te ha sacudido con todas las fuerzas, y entonces vuelven, las punzadas, casi te impiden respirar.

Decides que lo intentarás mañana, te deslizas hasta el fondo de tu cueva, el único lugar en el que te sientes algo más seguro, a la vez que infinitamente solo, al menos allí no tienes que luchar, te agazadas y te acunas, abrazándote fuerte, no quieres pensar y te tarareas una pequeña canción de cuna, solo quieres centrarte en eso, arropado y a salvo de esa mirada de odio, tan profundo y real, la misma que una vez hacía lucir el sol y te protegía de los Titanes.

¿Cómo hemos llegado a esto?

Saludines,
YoMisma

(27/02/2015)