En la calle.

Las 11 de la noche y no podía subir a casa, perfecto, sabía que se había arriesgado mucho manteniendo su postura hasta ese punto, y más teniendo en cuenta las horas que eran, si hubiera sido un poco más temprano podría al menos haber llamado a los colegas para una quedada improvisada, pero ya era tarde, tendría que buscar un hotel para esta noche.

Hacía mucho que no la veía tan enfadada, chillaba como una loca, sobre todo cuando volvió a argumentar que era necesaria su presencia en esos momentos tan malos para su colega.

Se había descuidado, la última vez que se enfadaron tanto se propuso poner una serie de excusas un poco más surtidas, que no fuera siempre irse con los colegas, podía decir que tenía trabajo en la oficina, que tenía una cena de empresa, un montón de cosas, pero luego andaba con los líos de que a sus amigos se les escapara la información delante de ella, no tenían ningún tapujo en contarle todos los detalles de sus noches, y ella se enfadaba, estaría genial no tener que mentirle sobre lo que hacía o no cuando salía de casa, pero ella parecía no querer entender.

Hoy solo habían sido unas cañitas, últimamente esta mujer se enfadaba con nada, era cierto que no había avisado, pero es que no se había acordado y total, tampoco iba a llegar tan tarde, tenía que haber caído en que era posible que a cierta hora se pusiera a hacer la cena, pero no se acordó, vio sus llamadas perdidas, pero no pudo llamarla antes, en el sitio que estaba había mucho ruido y eso no hubiera hecho más que empeorarlo.

Había un hotel pequeño y muy acogedor cerca de su casa, se fue para allá y cogió una habitación, ya en la cama, pensó como podía solucionar las cosas.

Mañana saldría pronto del trabajo, no se entretendría con nadie, compraría unas flores de camino a casa y llegaría pidiendo perdón, suplicando no ser abandonado, reconociendo sus errores y asegurando que no iba a pasar nunca más, pediría por lo bajito, al menos, un poco de tiempo con sus colegas de vez en cuando y con eso quedaría solucionado.

Ella lo quería demasiado como para dejarlo solamente por un par de días de juerga, él sabía como tenía que jugar sus cartas de niño bueno para que la sangre no llegara al río, no era la primera vez, y tampoco sería la última, ya tenía la soltura suficiente para enmendar el problema.

Cuando se pronunciaban estas palabras "Tenemos que hablar" en su hogar, era el momento de aflojar la marcha, hasta la próxima.

Saludines,
YoMisma

La visión de ella aquí

4 comentarios:

En las nubes. dijo...

Hay gente con mucha caradura, la verdad...yo pienso que la relación está tan desgastada que ya no merece la pena seguir adelante.

maba dijo...

él no me convence jajajaja.. encima tiene la jeta de confiar en que ella le quiere y puede que le perdone..



en general, enhorabuena por este ejercicio de la doble versión. me encantaron

besos

si, bwana dijo...

Por lo que he leído de la otra parte contratante, sospecho que lo tiene crudo.

X dijo...

Y en este otro él es el cabrón, aquí y allí. xD