Cariiiii!! Cariiii!

- Cariiiii!! Cariiii! ¿Donde estás? ¡Ven, corre!

Dios, como oyera otra vez esa voz chillona y repelente creía que le daría un tabardillo y se moriría en el acto.

- Cariiii!!
- ...

Vaya, parecía que no iba a morir esta vez tampoco.

- Cariiii! ¿Vas a venir o qué?
- Voy.
- Mira lo que he comprado!
- ?¿? Es un porta-bebes?¿?
- ¡Si! A que es precioso, lo he comprado en verde, así si es niño o niña, nos vendrá genial. ¿Te gusta? Después de la conversación de ayer, estaba súper contenta, y paseando por el centro he visto esta ganga, lo tenían en promoción porque ya se está acabando la temporada de invierno y para el verano no tenía salida. Así que he pensado que aunque aún falta un poco para que venga el nuevo miembro de la familia, era ideal comprarlo, porque nos queda mucho espacio en el trastero y ahora no costaba casi nada, y luego ya veremos como andamos de dinero con tantos gastos y tu-tu-turutu ........

¡Un PORTA-BEBES! ¡Esta mujer esta loca!
Recordaba un poco aquella conversación que decía habían tenido, la noche anterior había llegado tarde del trabajo, demasiado tarde, la empresa les exigía horas extras sin ningún tipo de gratificación para poder mantener el trabajo, no quedaba más que callar y quedarse hasta las mil.

Cuando llegó a casa se encontró a su novia llorando, diciendo que se había encontrado a la vecina con sus gemelos y que le habían encantado, que se estaba haciendo mayor y que al final no podría cumplir su sueño, que realmente necesitaba tener hijos y que nunca habría pensado que a esa edad aún se encontrara soltera y sin hijos.

Él la abrazó con fuerza, le dijo que él estaba con ella y que todo saldría bien, que no se preocupara por eso, que eran jóvenes y que todo llegaría.

Parece ser que fue suficiente para dar consentimiento a la procreación. Él tenía 24 años, ella 30, llevaban viviendo juntos 6 meses y saliendo 9. De repente empezó a faltarle el aire, nunca había descartado tener hijos, pero la posibilidad de tenerlos habitaba en una galaxia, muy, muy lejana.

Seguía sin poder respirar. No tenía ni idea de como hacer para sacarla de aquel estado, había que devolver el capazo.

- Subiendo en el ascensor me he encontrado a la vecina de los gemelos y me ha dado la enhorabuena, no le he querido decir que aún no lo habíamos encargado, me ha dicho que en la tienda de la esquina están también de promoción, creo que la van a cerrar porque el negocio en estos tiempos que corren no va muy allá, y que por muy poco dinero podríamos conseguir todo lo necesario, sabanitas, pijamas, esos patucos tan monos, babateles e incluso los biberones, hemos quedado para mañana, así se viene conmigo que conoce a la dependienta y me harán mejor precio.

Empezaba a notar una presión inconcebible en el pecho, creía que se iba a marear de un momento a otro.
- Bueno, voy a preparar la cena, esta noche como es especial voy a hacer pollo frito, que sé que te encanta, enseguida vengo Cari.

Se fue, volvió el silencio, se dejó caer en el sofá como un peso muerto, un hijo inevitable le esperaba en la puerta de la esquina, a sus 24 años, ya tenían el capazo, y mañana tendrían la ropa.

Era una pena, parecía que esta vez todo iba bien, pero estaba visto, que alguien tendría que bajar a su novia de la nube en breves momentos.

-¿Cariño? ¿Puedes venir al salón un momento?
- Estoy descongelando el pollo, Cari, ¿qué quieres?
- Tenemos que hablar.

Saludines,
YoMisma