Cogiendo al toro por los cuernos.

Desde que tengo uso de razón, desde que he tenido responsabilidades y cosas que hacer. Empezando por la hoja de cuentas para el fin de semana hasta llegar a recoger la casa y poner dos lavadoras.

Siempre, siempre he tenido la misma sensación el domingo, la sensación de poder haber hecho más, de haberlo hecho antes y haber podido tener todo el fin de semana tranquilo, sin estar pensando constantemente en lo que me queda por hacer. La pereza es mi pecado capital, sé que muerte me darían si alguien se viera en el derecho de juzgarme y castigarme, y sé que hasta el último instante ni siquiera me parecería una tortura, es lo que tiene la pereza, el hecho de poder estar tumbado y tener una excusa tan buena como que te han secuestrado y no te puedes mover, es todo lo necesario para no tener cargos de conciencia.

Esa sensación es tan familiar, estar todo el tiempo haciendo otras cosas con la angustia de que no es lo que debería hacer, que creo que está en mí, casi desde el mismo momento que tengo conciencia de mis primeros recuerdos.

Sé que este fin de semana hemos sobrevivido, he cocinado, he puesto las mencionadas lavadoras, pero me han quedado cosas por hacer, cosas que voy dejando en la recámara y que debería hacer para mejorar mi vida.

En cambio he estado entrenando mi ludopatía y me he pasado todas las partes de este juego… Supongo que ahora que todo ha terminado, debería poder seguir con mi vida.
Estoy ansiosa porque venga el señor repartidor con los libros, no considero perder tanto el tiempo cuando leo como cuando juego a juegos estúpidos, pero no lo puedo evitar, también recuerdo como una parte muy importante de mi la frase “Esta es la última (partida/vida/vez que me matan), la última y me voy a hacer cosas”.

Bueno, después de este momento de auto flagelación. Estos son los propósitos para esta semana:
1.- Bañar a Mascota.
2.- Cambiar, de una vez, la ropa de verano por la de invierno
3.- Poner otro par de lavadoras (Tengo muy retrasadas las fundas nórdicas, son tan grandes que nunca les encuentro hueco)
4.- Ordenar los cosméticos.
5.- Hacerme las cejas, que cada vez me parezco más a Macario.
6.- ¿Planchar…? Esta más bien sería un milagro, pero es que me he compré un blusón de esos súper largos y no puedo ignorar, como normalmente hago con la ropa, que necesita una plancha… Ya llevo como un mes sin ponérmelo…

Podría seguir añadiendo más cosas a la lista, pero voy a parar, si solo fuera capaz de hacer esto, ya me podría sentir orgullosa de mi, y el que mucho aprieta poco abarca.

Sé que para muchos estas tareas son cuanto menos absurdas y que se tarda nada en hacerlas… Cuando se tiene pocas responsabilidades, las cosas normales se hacen titánicas, es mi única defensa.

Saludines,
YoMisma

P.D: Luego os cuento, si al final pude o no...