Depresión post-vacacional.

Relatos de un pasado reciente.

Las vacaciones han sido geniales, esto hay que seguir haciéndolo, lo único que para el año que viene me gustaría ir a un sitio donde al menos parloteáramos el idioma de los nativos, o en el caso de parlotearlo mal, que sirva para aprender algo.

Me he dado cuenta que no sé nada, nada de inglés… buahhh… tengo una mentira en mi currículo, que le puse nivel medio… Este año si ofrecen la posibilidad de aprender idiomas en mi empresa, me apunto de cabeza, que es muy triste y no te das cuenta hasta que lo tienes que usar… y luego me pongo colorá.

Al menos con tanto viaje de “low cost” hay españoles por todas partes y son los tenderos/camareros los que aprenden el idioma de los turistas… que si no…

La mímica se me da genial, y cuando me pongo nerviosa parece ser que soy una persona muy divertida.

ParejaEstable y yo estamos resfriados, normal, cuando estás más tiempo en remojo que los garbanzos, llovió, llovió y siguió lloviendo, y eso que íbamos preparados con todo lo que la previsión recomendó, que no creáis que no, que sabíamos perfectamente donde nos metíamos, pero el resfriado no nos lo ha quitado nadie. Tengo que ir a una farmacia, que creo que la cima del trancazo llegará inminentemente en cualquier instante.

Gracias a que la ciudad que nos acogió era pequeña, que si llega a ser Madrid ahora mismo estaría viviendo en la mendicidad en cualquier esquina, mi sentido de la orientación lo tengo tan desarrollado como el arácnido… así que un caos, porque tiendo a dejarme llevar y el pobre ParejaEstable se comió todo el marrón de la orientación, todos tenemos derecho a perdernos, me alegro que al menos no nos perdiéramos entre nosotros. :)

Me dejé el cargador de la cámara en casa de Padres, así que las fotos son del móvil…

Que tuviéramos que coger un autobús, tres horas antes de la salida del avión para volver a casa, que el autobús tardara una hora, que teníamos que facturar, que las maletas pesaban un quintal y que desde que nos echaron del hotel, hasta que despegó el pajarraco, teníamos una movilidad reducida, nos obligó a preparar el retorno al aeropuerto un poco antes, nada…. Como unas cinco horas de adelanto, las buenas noticias, que cuando llegamos al aeropuerto, había un monitor que decía que en Madrid hacía 23 grados, la temperatura más alta de todas. Por fin nos ivamos a secar. La otra buena noticia, que con tanto tiempo por delante, engullí el libro que tenía completamente.

Os pongo las fotillos que me lio, ya mañana digo a donde fui.


Saludines,
YoMisma