Playa

Parece a simple vista la tipica foto que todo el mundo tiene en el escritorio del ordenador, una playa paradisiaca, que ni conoces ni conocerás, un cielo azul sin una nube, la arena fina y blanca, una palmera enorme con su hamaca. El sol brilla fuerte y transmite la sensación de calor, me encanta el calor seco que casi achicharra, la brisa del mar, el ruido de las olas, sé que puedo estar así el día entero, solo girandome lentamente para conseguir un moreno uniforme. Vuelta hacia un lado y vuelta hacia el otro.

Estas fotos al contrario de lo que pueda transmitir, no ofrecen ningún tipo de consuelo al alma, solo están, es algo bonito y lo suficientemente neutral para poder tenerlo en la escritorio de la oficina sin que nadie repare en ella, esa foto podría entrar sin lugar a dudas en la misma categoría, foto prefabricada por algún tipo de loco del Photoshop. Algún artista frustrado que no ha podido ganarse el pan de otra forma que no sea el retoque digital de paraisos a los qué nunca irá.

Alguien me dice algo que vuelve a sacarme de la tarea que hacia, últimamente doy gracias por aquellos cinco minutos seguidos que entre unos y otros me dejan para trabajar de continuo. Miro mi foto, me traslada en un instante al calor, noto el agua fría del mar en los pies, todo el peso del agobio diario se filtra fuera de mi, se me dibuja una sonrisa boba en la cara y me permito disfrutar de la sensación por un par de segundos, ignorando absolutamente todo lo que me separe de la arena.

Nunca estaré en ese sitio, nunca lo conoceré, aún así sé que existe, que es un rincón perfecto donde vive el sol, sé que no es prefabricado y sé que es así de natural sin Photoshop y a veces es más que suficiente para alegrar el día.

Un Saludito,
YoMisma

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Suena el despertador. Se levantó como cada mañana y repetía la secuencia de acciones mecánicas... ducha, desayuno express y preparar su maletín de piel marrón. Era tarde y el tren estaba a punto de llegar. Olía a humedad y gasoil y el cielo estaba gris. La gente se amontonaba en el anden sin mirarse a los ojos... parecían no sentir nada. Por un instante recordó aquellos momentos con su hija que nunca más volverán. ¿Cómo sería su vida si hubiera nacido hace siglos? Rodeado de cinco niños y tan poco tiempo para ser infeliz... Alguien se encendió un cigarrillo y recordó su primer trabajo, cuando su jefe era una fábrica de humo infinita. El día con sus compañeros fue normal, como siempre intentaba encontrar la salida en laberintos que no la tenían. Siempre pensó que estaría destinado a hacer cosas importantes. Se sentía como un átomo de Uranio, incapaz de hacer nada importante solo pero lleno de energía ante el estímulo adecuado. Llegó a casa y pidió algo de comida rápida para cenar. Encendió la tele y se puso una serie de las muchas plataformas en la nube que aparcan la soledad en huecos pequeñitos. De repente, se despertó en una playa soleada, limpia, clara, blanca, solitaria... un perro estaba su lado y se alegró de no estar solo aunque nunca le habían gustado... y corrió por las olas... el aire entraba en sus pulmones y se sintió por un instante tan vivo...Siguió hasta que el sol estaba cansado. Y una chica a lo lejos le esperaba. Cruzaron las miradas y le sonrió... Tuvo la sensación de tener 4 ases en la última ronda de un campeonato de Poker... le devolvió la sonrisa y llegó la noche... Juntos se tumbaron mirando el cielo y al pasar una estrella fugaz pidieron un deseo que el destino nunca concedería... Sonó el despertador e intentó recordar la cara de esa chica pero no podía, aunque era como si se hubieran conocido toda la vida...¿Dónde va lo que no ya no puedes recordar? Como cada mañana, repitió la secuencia de acciones mecánicas...