Princesas.

He hablado de Principes y de Ranas, pero a las Princesas las tengo olvidadas.

Las Princesas son tontas ¡Fin!

En serio, odio a las Princesas que viven encaramadas a una Torre y esperan desde allí acurrucadas en cojines la llegada de su PríncipeAzul.

¡Oh! PríncipeAzul que bello serás, serás alto, por supuesto, de gran porte, gran nobleza y con un preciosísimo caballo blanco.

Vendrás bajo mi ventana y me dirás con tu varonil voz: “¡Oh! PrincesaRosa preciosa y sublime flor baja y concédeme el honor de besar tú mano y si es menester acompañarme a mi flamante CastilloBlanco” ¡Oh¡ PríncipeAzul ya te espero, estoy tan contenta de cómo va a salir todo de bien que no me concentro siquiera en peinar mi melena, en atusar mi vestido y en pellizcar mis mejillas para estar totalmente dispuesta para tu llegada.

Y pasan los meses…

PrincesaRosa no ha perdido para nada la esperanza, se levanta todas las mañanas para encaramarse a la ventana desde la que le tiene que hablar PríncipeAzul.

Una vez vino uno pero su atuendo era verde… PríncipeVerde… por favor… seguro que era un salido…

Otra vez vino un PrincipeAzulOscuro que le dijo que bajara de ahí de una vez, que qué era eso de vaguear esperando a nadie, que él le daría un trabajo de Reina en su Castillo y que tendría que ordenar a la servidumbre las tareas de limpieza y protocolo, le preguntó qué es lo que sabía de todo aquello, como si fuera él el que elegía en vez de PrincesaRosa, no se digno ni a contestarle, simplemente se dio la vuelta y espero a un nuevo día.

Otro día vino un Plebeyo, por favor, un Plebeyo ¡qué asco! Si no hubiera sido por lo aburrido que se estaba presentando el día no le hubiera ni escuchado, pero al no tener nada mejor que hacer lo escuchó, el Plebeyo decía que venía de Aldea que de pequeño siempre había estado encantado de su belleza y que quería conocerla, para hacerse merecedor de ese encuentro había ido a un CastilloAbandonado y había derrotado a un MalvadoDragón solo para demostrar su valía, una historia interesante sin duda, el Plebeyo le pidió un poco de agua pues venía fatigado de la caza del Dragón, PrincesaRosa le dijo que en Aldea le darían gustosos un trago.

Y pasaron los meses.

PrincesaRosa siguió esperando hasta una edad más que recomendable como para seguir llamándose PrincesaRosa, al final Reyes murieron y ella se quedó subida en la torre, nadie más que Reyes tenían la llave, ya que eran ellos los que tenían que aprobar en última instancia a PríncipeAzul.

Saludines,
YoMisma

6 comentarios:

Oltra Bitácora dijo...

Pobres princesitas que aun creen en sus propios cuentos.....

Yopopolin dijo...

que lastimica... yo creo que los principes azules no existen. Las princesas rosas, tampoco. xD

Jose dijo...

Es lo que tiene, que esperamos tanto a veces (no solo las pricesas rosas, no te creas), que no vemos que podemos tener delante algo muy bueno, y lo dejamos escapar...

Inagotable dijo...

PrincesaRosa sabía lo que quería, su único fallo fue no ir a buscar a PrincipeAzul por su cuenta y riesgo. No creo que la solución fuese quedarse esperando a que algo pasase.

Anónimo Conocido dijo...

Si lo que quieres es un PríncipeAzul, es que no sabes lo que quieres.

Estoy con Yopopolin, ni príncipes ni princesas. Que no os engañen.

Kobal dijo...

Menos mal que no es una historia Disney, odio esos finales en que todo es felicidad y no comprendes como es posible que todo se arreglase cantando una canción. Además como todo el mundo sabe, los Principes azules no existen …