J, era mi profesora cuando yo tenía cuatro años, por entonces yo era dulzura y tranquilidad, un papel en blanco, Madre y yo aún no habíamos descubierto aquellos problemas que nos traerían discusiones a partir de la adolescencia, así que se podría decir, que estaba vacía de malas experiencias.
Por eso, esto es un trauma.
Estaba haciendo un dibujo, y fui a enseñárselo a J, ella estaba riñendo a un niño, esperé mi turno, y cuando terminó le enseñé mi dibujo, se giró de mala gana, aún enfadada con el otro niño, y me dijo que mi dibujo era una mierda.
Aún recuerdo qué pinté, eran tres personas jugando a la comba, una niña saltaba y una de las que hacían que la cuerda girara era J.
Lo recuerdo nítidamente, como si fuera hoy, me sentí rara por haber sido tratada así, creo que fué mi primera crítica negativa, no propiciada tanto por mi capacidad, si no por el estado de humor del ser humano con el que me interrelacionaba, fue en aquel momento en el que me propuse tratar a cada uno como mereciera, no por lo que hubiera pasado antes, esto implicaba obviamente, que si estaba enfadada con alguien, no permitiría que mi ira, se extendiera más allá de la persona en cuestión.
No se me ha olvidado en todo este tiempo y sigo haciéndolo, y sigo como entonces sintiéndome rara, aunque ahora ya sé lo que es, es furia contenida, por seguir sin entender tanto tiempo despúes como la gente puede excusarse en otros problemas, para tratar a personas que no tienen nada que ver con la situación con crueldad.
Y mi furia, aun con una de las cosas que más me molesta, sigue siendo contenida, sigo sin explotar con quien no lo merece.
Solo enrojezco de ira.
Hay cosas que no cambian nunca y de las que me siento orgullosa.
Saludines,
YoMisma