Inconformista

Ya eran las once de la mañana, el día había comenzado gris hace ya algún tiempo y amenazaba con lluvia, las nubes se apresuraban rápidamente ocultando los tímidos rayos del sol otoñal.

María miraba por su ventana, con un café reciente entre las manos, le encantaba coger la taza caliente y aspirar el aroma del primer café mientras veía a la gente pasar, le gustaba ver a la gente, imaginarse sus vidas, tratar de ponerse en lugar e investigar sobre lo que podrían estar o no pensando, tranquilamente desde su salón, con su suéter de cuello alto.

Gente apresurada, que miraba altivamente al resto de los peatones e intentaba adelantar en cualquier oportunidad, parejitas de ancianos cogidos de la mano, eso era una de las cosas que más bella le parecía, tantos años y se seguían llevando el uno al otro, jóvenes con sus curiosos atuendos siempre a la última, y gente paseando a su perro.

Esta mañana no había ido al trabajo, se encontraba un poco aturdida y quería darse un día libre, bajaría a la farmacia, solo con la excusa para que le diera el aire, y daría un pequeño paseo, le encantaba el principio del otoño, cuando se saca la ropa de abrigo del año anterior, y se nota ese agradable fresquito, antes del gélido invierno, le gustaban los días grises para no ir a trabajar, y pasear por la ciudad, tranquilamente, disfrutando de los últimos días de luz, antes del invierno gris.

Dejó la taza y fue para el armario, del fondo sacó la caja con las chaquetas del año anterior, y rebuscando encontró una abrigo entallado con pequeños dibujitos blancos y negros, encontró la bufanda a juego y unos guantes negros, hoy se disfrazaría de señora friolera, y disfrutaría de poder llevar ropa de abrigo sin ir tiritando, que es lo que estaba por venir. Pasearía por su ciudad y posiblemente pasaría a uno de esos abarrotados bares a tomar un café, rodeada de desconocidos. Tomaría un café lento, este lunes, mientras que el resto de la gente va con prisas.

Era uno de sus pequeños homenajes, antes de la llegada del invierno y para despedir al verano, eran sus días de paz.

Es una costumbre rara que tengo, cuando hace un calor que muerde, me gusta imaginarme el frío del invierno, lo mismo que me imagino al lado de la piscina en pleno enero, creo que las cosas con el tiempo se ven más bonitas que cuando las estas pasando. Soy una inconformista.

Saludos,
YoMisma

2 comentarios:

Panpoxi dijo...

Nos pasa a casi todos... siempre queremos lo que no tenemos, aunque sea algo tan tonto como frio o calor...

acoolgirl dijo...

Pero es bonito soñar, verdad?? Y pensar en lo que vendrá hace que tengamos más ganas de que llegue y así se disfruta desde antes.

Un besoteee