Lo que quieres y lo que obtienes…

Pasa todos los días en las mejores familias, en las situaciones más tontas, en las ilusiones más sencillas, aunque sea una cosa tonta, tonta, su vas y te haces una imagen mental de lo que va a suceder, de cómo te vas a sentir o que vas a hacer cuando tus planes sean llevados a cabo, te ves conjeturando multitud de resultados, pues voy a ir… y me va a decir… y lo le voy a decir… y entonces él dirá… y entonces yo hago esto… ¡Y lo pillo por sorpresa!

Normalmente todo el tiempo que dedicamos en que salgan las cosas como queremos solo es un ápice de una montaña enorme, de las cosas que nunca te van a pasar, pero de todas maneras no podemos evitar la costumbre de imaginar posibles situaciones y sus consecuencias… que le vamos a hacer…

Me he cambiado de casa, la tengo toda decorada y bonita, pero había una cosa en particular que quería sobre todas las demás… UN PALOMITERO sé que es una tontería pero ya me veía en el sofá tirada viendo la televisión abrazada a mi adorado y amado bol de palomitas, era tan feliz solo con imaginarme el panorama…

Desde el primer día dejé claro que era lo primero que iba a necesitar para subsistir… pero por alguna razón primero compré el microondas, la plancha… las sartenes… bueno, un poco de todo, pero al final compré el bol para las palomitas, es precioso… todo azul… con estrellitas en otro tono azulado… tiene el tamaño justo para rodearlo con un brazo pegado al cuerpo y te queda la otra mano para engullir palomitas…

Y por fin fuimos a comprar el ansiado palomitero, catorce uerillos, vamos, calderilla, es rojo, es muy bonito, es genial, ya solo me quedaba el maíz… anisssss…. Mi felicidad ya no tenía límites… ¿Habéis buscado maíz alguna vez en un supermercado? Parece ser… que desde que se inventó el microondas y los engendros esos de palomitas que vienen en bolsitas ya preparadas y todo… a alguien se le olvidó simplemente vender maíz sin tratar ni nada… Así que de repente… no tenía materia prima… he necesitado mantener en el olvido a mi queridísimo palomitero TODA una semana hasta que he sido capaz de encontrar las ansiadas palomitas, pero ya las tengo, todo se ha solucionado y al final el cosmos me va a permitir que me ponga a comer palomitas delante de la tele… no entiendo porque todas las cosas que me hacen ilusión y en principio son tan sencillas… me cuestan tanto trabajo… pero… será para recompensar mis esfuerzos o algo ¿?

Todo estaba preparado… me concentro… leo las instrucciones… respiro… inspiro… “IMPORTANTE: no introduzca en el palomitero ni mantequilla ni sal ni nada de nada” Vale, esa notita no podrá conmigo… Cuando salgan les pongo sal y punto… Y entonces empieza la fiesta, aquel asombroso aparatillo empieza a dar vueltas y el hornillo que mantiene se dedica a calentar mi maíz… en pocos instantes… las primeras palomitas se forman y empiezan a salir rápidamente hacia mi precios bol… es todo maravilloso, yo las estoy esperando con mi salerillo en una mano para ir rociándolas bien, es todo maravilloso, casi poético… Sin poder resistir un segundo más cojo una y me la meto en la boca, mmm… que rápido se enfrían… mmm… parece que esta no ha cogido la sal… hecho más… con más interés en el recién estrenado bol… mientras las demás siguen cayendo. Cojo otra… sosa… mmm… sigo con el salero… nada… aquello no mejora…
Sigo repitiendo la operación hasta que me quedo sin sal en el salerillo, y mis palomitas siguen pareciendo paja… no pensaba que fuera tan importante el hecho de que no supieran a nada… y no saben a nada… no hay manera de que aquello coja un ápice de sal… Aún así me voy para el salón… no puede ser tan horrible… no? Pero cuando voy por la mitad del bol… me doy cuenta que la sal es una carencia que no voy a poder suplir…

Ahora todo ha vuelto a la normalidad… no sé para que quiero un palomitero, eso es de “esnobs“ me siento delante de mi tele con “los engendros esos de palomitas” dentro de mi bol…y soy feliz… se que la mantequilla engorda… pero… es realmente fácil comprarlo, hacerlas… y están riquísimas!!

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