La era digital

Ni más y menos, vivimos en un mundo en el que la única cosa que necesitas para hablar con quien quieres es coger un aparatito y darle a un botón, lo tienes ahí para lo que quieras, si estas triste, tienes a alguien que te anime, si estás contento, puedes compartir tu alegría con las personas que más quieres e incluso si se te ocurre ponerte a hacer lentejas, que puede ocurrir…, coges el aparatillo y llamas a mamá para que te lo explique paso a paso mientras tu vas cocinando.

Es una maravilla, cuando mi madre era joven, solo había un teléfono en toda su calle, lo tenía el vecino rico, y todos los demás iban a su casa a llamar o a coger el teléfono cuando alguien los llamaba. La verdad es que aquel tío tenía una santa paciencia, porque el hecho de tener teléfono le daba la oportunidad de estar de encargado de las llamadas de toda la calle, aunque, también es cierto, que por aquel entonces solo se llamaba para las cosas MUY, MUY importantes, dicho de paso, nadie llamaría para preguntar como se hacen las lentejas, es más antes era una vergüenza que una mujer hecha y derecha no supiera hacer lentejas ¡Cómo ha cambiado la vida!

Pues en este maravilloso mundo de oportunidades en el que todo se tiene a mano, y puedes hablar con quien quieras con solo proponértelo, en estas circunstancias tan favorecedoras, perdí el móvil. ¡Perdí mi interfaz de comunicación con el resto del planeta!

De primeras ni siquiera me di cuenta, a las 16.00 se lo encontró la chica de la cafetería y llamo a mi casa, mi madre le sonaba la conversación a chatarra y lo primero que pensó es que la que había perdido el móvil era mi hermana, no preguntéis como llego a esa conclusión porque a mi casa llamaron desde mi teléfono, el caso es que interrogó a mi hermana, pensando que ella no quería confesar porque se había gastado una pasta el día anterior en uno de esos aparatos. Al final llegaron a la conclusión de que era el mío el que andaba por el mundo sin su dueño… Y en este momento fue cuando empezaron los intentos por “contactar” conmigo.

Yo no me enteré de que lo había perdido hasta las 18.00 que lo eché en falta yo solita, normalmente antes de salir del curro hago inventario a ver si me llevo todas mis pertenencias, en esas dos horas, nadie supo como llamarme si no era a través del aparato que no tenía.

Trabajo en una empresa en la que mi mejor amigo trabaja una planta por arriba de mi, a mi noBio lo tengo en la puerta de enfrente de mi despacho, y ambos tienen teléfono, mi hermana posee los teléfonos de los dos, tiene confianza para llamarlos a los dos, aún así con su interfaz nuevo, en ese momento no disponía de los números de teléfono que hubieran hecho muy fácil la tarea de encontrarme, así que no fue capaz de localizarme antes de salir del curro, a eso de las 18.30, dicho de paso, en el curro tengo Internet, otro de esos inventos con los que se supone estoy en contacto con la gente en tiempo real... Logré hablar con alguien de mi familia a eso de las 20.00 una buena hora, teniendo en cuenta que desde que se perdió mi interfaz hasta que contacte con la familia solo habían pasado cuatro horas, en un mundo en el que todos estamos conectados…

Hoy he recuperado el dichoso aparato, tengo una llamada perdida de todo aquel que se enteró y quiso comunicarme que sí, que efectivamente yo había perdido el teléfono, en serio, ¿no se les ocurre otra forma de localizarme que llamarme al único aparato del mundo que saben que no llevo encima?

Supongo que hemos avanzado mucho, supongo que tenemos una tecnología con la que hace 30 años ni siquiera se pensaba… pero… con tantos avances nuestras neuronillas han cogido culo, y les pesa tanto, que en el momento que nos quitan el camino que siempre utilizamos para hacer una cosa… pues eso, que no tenemos ni la más remota idea de cómo seguir.

De todo esto solo se desprende una conclusión ¡Cuida tu móvil! Al fin y al cabo, solo lo vas a tener a él como te pierdas, y él solo te va a tener a ti como tú lo pierdas.

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