Hogar… Dulce hogar…

Aunque quede religioso de más, este fin de semana me he sentido como Jesucristo, ya sé que es un poco exagerado… pero así a voz de pronto es del único que me he acordado, decían que todo el mundo se creía lo de la resurrección y lo de que él era el hijo de Dios, menos… en su pueblo!! Pos eso, me he sentido igual… No porque yo me crea la hija de Dios, nonononono, soy un pelín más modesta, pero es que en el momento que llego allí, ya tiene todo el mundo la idea marcada de lo que soy lo que no soy y lo que puedo o no hacer.

No hay vuelta de hoja, la verdad es que no está mal del todo, porque aunque en mi casa me las ingenio para lavar la ropa, ir a la compra y cocinar cosas más o menos decentes, allí de donde procedo no se creen nada de eso. Que digo que no tiene que ser tan difícil, cuando llego, ni he adelgazado ni voy sucia, mi ropa huele a suavizante y mi cara transmite la felicidad de alguien que come, tal vez incluso de más, si me miran la barriguita que estoy echando, pero estoy orgulloso de ella, es mi “curva de la felicidad” esa curvita es la señal inequívoca de que he sido capaz de subsistir sin mis padres y que ya soy una persona totalmente independiente, pero… eso no sirve de nada, cuando llego allí a casa tengo otro rol, que parece que nadie quiere discutir…

La verdad es que tampoco hago nada por cambiarlo, también conozco a mis padres lo suficientemente bien, en el momento que diga que cocino me van a dejar hacerlo, y cuando se den cuenta de que está bueno… peor, porque entonces voy a suplir a mi padre y me va a tocar hacer a mí la comida del domingo todos los domingos. Mejor sigo dejándolos en su ignorancia, la verdad es que ya se ha convertido en una manera de autodefinirme, sé que hay que hacer algo en casa, sé que como no lo haga mi madre va a empezar a chillarme como si aún hiciera falta, entonces ante la duda de ir y hacerlo y preservar la armonía o tocarme las narices hasta a ver cuanto es capaz de esperar para chillarme… no puedo, hay algo en mi que no puede aguantar la tentación de vaguear y que espera que la voz gritona aparezca en cualquier momento, así que opto por la dos, es más fácil…incluso existe la posibilidad de que se le olvide…

Me encanta cuando llegando a la cima de su cabreo empieza con las archiconocidas frases del tipo: “Pues como no cambies no vas a casarte en la vida” “Así es como piensas mantener tu casa” y muchas más cosas… la que más me ha gustado siempre, ahora ya no la dice, es una pena, es lo que perdí cuando al fin termine la carrera, pero aquella no tenía desperdicio. Mi madre siempre ha tenido la costumbre de hacer limpieza los sábados, que para ella sería el mejor día de la semana, pero que a mi me ha jodido las cañitas de a medio día desde que tengo uso de razón.

Imaginaros el panorama, a las diez de la mañana ¡un sábado! una señora chillona intenta sacarte de la cama para… “¡Limpiar!” ¿Pero? ¡De qué va! No solía conseguirlo hasta las once y media más o menos, y mira que ha intentado de todo, al final salía de allí, solo porque me dolía la cabeza y tenía que ir al baño, y claro una vez que pones un pie en el pasillo, ya estás despierta y no te puedes volver a la cama.

Como era de esperar yo ganas, lo que se dice ganas de hacer limpieza… pues como que no… así que el “modus operandis” era de lo más cómico, te subías todos los artilugios para limpiar, porque a mi hermana y a mi nos tocaban las habitaciones, y a la vez encendías el ordenador, si veías que subía las escaleras, de un movimiento rápido apagabas el monitor y pillabas el trapo del polvo, por ejemplo… y hacías como que limpiabas… así he pasado la mayor parte de mis sábados desde que tengo uso de razón, la “limpieza” se acababa cuando llegaba la hora de comer, entonces volvías a recoger los artilugios, pero tomándote tu tiempo para que mientras ella pusiera la mesa. Es que como pasaras por allí antes de tiempo… también te tocaba lavar los cacharros y hacer miles de cosas tales como, barrer el patio, barrer la calle, tender la ropa, arreglar el salón, regar las plantas, limpiar la cochera, ayudarla con la comida, limpiar la televisión de la cocina que tenía polvo, limpiar los cristales con sus respectivos marcos, limpiar el aseo, pasarle una fregona muy poco húmeda a las escaleras…. Y muchísimas más cosas, siempre he dicho que si mi madre fuera la encargada de dar trabajo a los españoles no habría ni uno en el paro.

Pues volviendo al tema, la frase que más me ha gustado de ella siempre… cuando terminábamos de comer… se pasaba por las habitaciones a hacer revisión… y claro, la limpieza escandalosa de todo brillante como los chorros del oro, después de haber estado allí como cuatro horas… como que no se notaba… así que…. ¡Tatatatatachán! ¡Llegaba la frase! ¡Tatatatachán! ¡Es que no tiene desperdicio!

¡COMO VAS A TERMINAR LA CARRERA CON EL EMPEÑO QUE PONES EN LIMPIAR!

Que diréis que qué tiene que ver… pues mucho, por lo visto, si no eres capaz de poner interés en limpiar tu cuarto, eso tiene un matiz de que no quieres trabajar en nada y que por supuesto no quieres terminar la carrera. Si, la lógica es lo que mejor lleva mi mamá.

Pues si, después de tanto tiempo ya vas y coges ciertas costumbres, ves que ella como buen detective mira “pistas” para ver si has limpiado, y con el tiempo después de mil frases de “Pauli, ven aquí, ¡mira como has dejado esto!” ya sabes que es lo que hay que limpiar y lo que no hace falta… y por pura costumbre… sabes perfectamente que seguirás sin ir a tomar cañitas los sábados, pero también sabes que alguien te chillará a partir de las diez para que salgas de la cama, así que a mal tiempo buena cara, como ya tengo mi currillo y mi carrera terminada, me he pillado todas las extensiones de los Sims, para que esta vez la limpieza se haga más amena… total, para limpiar y vivir en armonía ya tengo mi casa, y me da tanta pereza demostrar que sí que más o menos soy una persona responsable… ¡Que paso! jajá jajá

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