¿Tienes hora?

¿Cómo se hace para sincronizar el momento “All-bram”? En serio, a mi no me viene bien con que siempre sea a la misma hora todos los días, yo quiero que sea a una hora, pero que yo pueda elegir, no creo pedir tanto, porque no en vez de hacerlos con manzanita, con chocolate, con más sabor, con menos azúcar… ¿no me los hacen por franjas horarias? Que no me importa que no tengan un sabor espectacular, sabor a cereales me vale, no necesito más.

Por ejemplo, a mi el horario que mejor me viene es ese antes de irse a la cama, porque lo mismo te da estar viendo la tele media hora más que media hora menos, y esa hora que utilizas la inviertes en calidad de vida para el resto del día.

Si es por la mañana es una historia, porque bastante tarde voy ya para meterme en esos menesteres, en esa franja, suelo posponerlo, al menos yo tengo el poder de la “posposición” que sé que es envidiable, pero es que algo tenía que tener, ya que carezco del de la sincronización.

Por las tardes, después del trabajo, me gusta ir a tomar algo, si estoy mala del estomago, me fastidia la tarde, o cualquier otra plan que pueda tener, porque claro, si lo ves venir, puedes poner una excusa y quedarte en casa esa tarde, pero… ¿y si te coge por mitad de la calle? ¿Que haces? ¿Te metes en un bar? Yo soy totalmente contraria a hacer esas cosas en un bar, así que si me sorprende demasiado lejos de mi casa, ese día me toca el día de los colorines, empiezo por el rojo, que algunas veces me ocurre, cuando me da la vergüenza al tener que explicar que me voy a casa, justo cuando acabo de llegar al sitio donde he quedado. Según la compañía es más o menos fácil lo de abandonarlos, y de ahí el mayor o menor grado de color rojizo que adquiero, el mejor para esas cosas es mi mejor amigo, que para quitártelo de encima, no te queda más que decirle la verdad… (Porque también hay que ser francos, en esos momentos no es que sea yo la más imaginativa de las personas y mis excusas son del tipo “Me voy que tengo que hacer una cosa” y claro… como él ya me conoce…)Entre la vergüenza, y él en su comprensión y para quitarle hierro al asunto, se limita a chillarlo en la calle “¿Qué te cagas?” “¡Vamos!” “Haberme dicho que te cagabas antes y no te había dicho nada” Ainsss… ¡Cuánto lo quiero en esos momentos! Luego vienen los demás colores, amarillo, azul, verde… esto ya depende de la distancia, si llevo coche, si voy en metro, si tengo muchos trasbordos, vamos, gajes del oficio…

Pero en el peor de los sitios en es el curro, en el curro no es que sea una historia, en el curro es un poema, y eso que, gracias a todos los Santos que existen en el cielo, soy chica en un mundo de informáticos, por lo cual los baños suelen estar deshabitados, porque si por ejemplo soy enfermera, o cualquier otro empleo con más población femenina en sus filas no sé que sería de mí.

Lo malo no es ir, es volver con dignidad, tú entras en el baño con un apretón, y la situación óptima sería que no pasase nadie en el rato que te tomas, pero más lejos de la realidad. Llegas y te toca saludar, saludas, entras para el baño, lo limpias, te sientas, y te quedas en posición de letargo, esperando a que la chica a la que acabas de saludar se vaya, para que no se entere del concierto que piensas orquestar, te duele la barriga, pero ante todo la dignidad, esperas… esperas… se oye el secamanos… esperas un poco más… ¡Se fue! ¡Ánimo! ¡Ahora es tu momento! ¡Tumtúm! ¡Túm! ¡Tum! Tumpppprrrr! Y en mitad del concierto… entra alguien ¡Miércoles! (por no seguir con el tema) pero piensas… bueno, no pasa nada, no me ha visto, soy “anónima” así que ni corta ni perezosa ¡sigues con la orquesta! El problema de esta actitud que acabas de decidir es que ahora no podrás abandonar el baño hasta que no lo haga ella, porque entonces sabrá quien ha sido y te verá la cara… así que vuelves a tomar la posición de letargo, y esperas a que se vaya, en este punto si todo sale bien, no confundirás el ruido de la puerta de salida con el de entrada, porque si no en ese caso, no será una sino dos, las que sabrán de tus labores en el baño, porque claro… a parte de ruido… hay otras “pistas” en el ambiente…

Cuando ya parece que todo está en calma, decides abandonar tu guarida, antes de que alguien más entre, los siguientes minutos son los más rápidos, ya que no hemos sido descubiertas hasta este punto, lo más importante es no tirar por la borda todo nuestro trabajo, y la prioridad es salir del baño, lo antes posible para que no se perciba quien ha dejado la cena, la comida y el desayuno del día anterior allí, por lo tanto, coges jabón, te mojas-secas las manos y sales de allí… Lo peor de todo es que tienes la sensación al volver al despacho que todo el mundo lo sabe… ¿Habré hecho tanto ruido? Pero sobre eso sí que no tienes control… así que decides no prestarle más atención, o solo de pensarlo se te va a poner tan mal cuerpo que te va a tocar volver al baño…

Yo quiero ser hombre, quiero hacer competiciones de pedos con mis compañeros y que se me valore esa habilidad en la oficina, ¡no pido mucho! pero no es así… Por lo cual pido por favor que la ciencia siga avanzando que los estudios sobre nuestros alimentos sigan, porque al fin y al cabo no estoy pidiendo ningún producto milagroso para poder comer sin limites sin engordar ni nada de eso, solo pido un poco de tranquilidad y de control, y por supuesto… ¡Paz interior!

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