¡Quiero comprarme unos zapatos!

No es que los necesite ni mucho menos, es que me apetece, a la gente le da por tener aficiones, la mía es comprar zapatos, ¿Sorprendidos? Yo también, es una afición que he descubierto recientemente, y con descubrir me refiero precisamente a eso, yo tampoco lo sabía. Tenía sospechas, para que nos vamos a engañar, no todo el mundo puede decir, "Voy a mirar en el baúl de los zapatos" Pero de estas cosas que crees que exageras, y mira que cada vez que hay que meter algún zapato en el mencionado baúl, cuesta cerrar la tapa, pero piensas: “Bah! lo que pasa es que como soy tan desordenada... Seguro que lo tengo lleno de otras cosas...” Pero que nada más lejos de la realidad, por sorprendente que sigue pareciéndome, dentro del baúl de los zapatos SOLO hay zapatos.

Y todo empezó de la forma más normalita, la semana pasada decidí que con esto de que ha llegado el verano... pues eso, que necesitaría unos zapatos fresquitos, pero el verano implica calor... y no encontraba el momento para salir de casa a comprarlos. Porque no es tan fácil lo de ir a comprar unos zapatos, por mucho que os hayan dicho, lo peor son los que tienes que comprar en el cambio de una a otra estación, os explico. Tu vas con tus zapatos de invierno a comprar sandalias, y ¿qué pasa? llegas allí, te tienes que sentar, desabrocharte los cordones, quitarte los calcetines, que con el tiempo que hace, pues eso, que vienen... o bueno, los traes... vamos, que has hecho todo lo humanamente posible para traerlos limpios pero ¡¡tenías que llegar andando a la tienda!! Pues eso, te quitas el calcetín intentando que no se note el sudorcillo, lo guardas corriendo dentro de tus zapatos, eso sí como son de invierno... ¡¡Situación salvada!! Pero en eso no terminan los problemas ¿Y las uñas? Que llevas todo el invierno con ellas de incógnito… empezabas a tener sospechas porque los calcetines tenían “señales”, pero a la hora de la verdad… se te ha olvidado, ¡¡Se me ha olvidado!! Así que en ese preciso instante con el tendero de rodillas para ayudarte a ponerte el nuevo modelín, te pones tan roja que piensas que quieres ver el logotipo de cuatro, pero no está… pero ahí tampoco termina ¿cómo va a terminar ahí con lo divertido que está? ¿Os acordáis de Camacho? Pues eso, todos somos humanos y con la vergüenza de lo de las garras era lo mínimo que podías esperar a estas alturas. ¡Deberías haberte traído una camiseta negra! Vamos que tienes que hacer un master para que no se te olvide nada. Solo de pensándolo me puse mala….

Entonces haciendo memoria recordé que el verano pasado también hizo calor... y que seguramente habría pensado tres cuartos de lo mismo... y mejor aún... seguro que había comprado algunos... Haciendo uno de los mayores esfuerzos que puedo recordar en mi corta vida, recordé vagamente unos zapatos marrones que me compré el año pasado para ir a trabajar...

Así que eso fue lo segundo que hice cuando llegué a casa de mis padres al siguiente fin de semana, fui de excursión a “EL BAÚL DE LOS ZAPATOS”…

Nunca me he sorprendido más de mi misma, en mi corta vida… ¿Sabéis cual es el color más raro para comprar unos zapatos? ¡Verdes! ¡Tengo unos zapatos verdes! Bueno, y unos rojos, otros granates, dos marrones (los que buscaba y otros que vagamente conseguí recordar que sí que tenía también) unas sandalias rosas con una florecilla blanca, unas azules de esparto, unos marrón clarito (beige, para los entendidos) y estos solo son los de verano… no hablo de los de invierno… Solo diré que tengo una razón robusta, para justificar que parezca que han criado en mi habitación… ¡Que hay más meses de invierno que de verano!

Así que después de ordenarlos… y tirar un par… Es que en mi casa si no se tira algo es como que no has limpiado… He decidido que este verano aguanto con los que tengo, bueno, casi, es que se casa una amiga y resulta que… ¡No tengo negros!


Besazos!!

2 comentarios:

Cletus dijo...

¡Paula y su adiccion a los zapatos!
Lo veia venir, lo de tu adiccion, no que lo reconocieras... es un paso para dejarlo!
Aunque ya sabes, nunca se deja de ser adicto, y cuando veas unos zapatos en un escaparate, no serás capaz de resistir la tentación y de comprarte unos zapatos ,porque "realmente los necesitas", y olvidarlos en el baul de los recuerdos (zapatos en este caso) hasta nuevo aviso.

Pequeña Paula... ¡QUIERO COMPRARME UNOS ZAPATOS!

Anónimo dijo...

Definitivamente eres menos rubia de lo que quieres hacernos creer...
Por muchos post de zapatos que hagas!
:P